Cada uno de los posts que están
publicados en este blog, aparte de contener información objetiva sobre varios
temas de psicología infantil, tienen una parte de mí. Pero este post es
diferente, no hay datos objetivos para explicar lo que significa ser madrina,
por lo aquí expongo mi opinión personal sobre este rol tan bonito que tengo
suerte de tener.
Ya hace un tiempo publiqué en
Instagram una imagen mostrando la forma tan maravillosa en que me propusieron
ser madrina, ahora toca explicar la parte complicada, el trabajo que viene
después de la noticia.
Para empezar, creo que es
importante definir bien lo que entendemos por una madrina. Es aquella persona que
eligen los padres para querer, proteger, admirar, criar, apoyar, sostener, ayudar
y acompañar a su hijo/a.
Pero no debemos olvidar que cuando
eres madrina no solo eres una figura importante para tu ahijado/a sino que
también eres el apoyo
de los padres, por ello te escogieron. No lo olvides, en la mayoría
de ocasiones te necesitarán más los padres que tu propio ahijado/a. Simplemente,
acompáñales y comparte un sentimiento común.
Después de la propuesta y la
emoción vienen las preguntas, ¿estaré a la altura? ¿seré buena madrina? "tendré
que hacerle los mejores regalos" "deberé ser la primera en
felicitarlo por su cumpleaños y su santo".
Mi consejo y lo que finalmente
acaba sucediendo es que para ser una buena madrina basta con actuar con sentido común,
naturalidad y sobretodo estar presente en su día a día, no solo en
las fechas importantes.
Un regalo para toda la vida
Uno de los regalos que más me
gustan y que siempre hago son los "llamadores de ángeles". Es un
colgante que se regala a la madre cuando está embarazada. Dentro tienen un
pequeño cascabel que cuando lo agitas hace un ruido muy agradable.
¿Porqué me gusta tanto este regalo?
Pues porque es un regalo para
toda la vida, y, aparte de ser bonito, tiene un valor sentimental. La idea es que
la madre debe llevar el colgante durante el embarazo, por lo que el bebé, ya en
el útero, se va acostumbrando al sonido del "llamador", por lo que se
puede notar que se va calmando en los momentos en que está más agitado. Una vez
ha nacido este efecto se mantiene. A mí me gusta regalarlo con la idea de que
pase de generación a generación, e aquí el valor sentimental.
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